paciencia
Paciencia
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Santiago
1:2-4
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.”
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.”
Para ser perfecto y completo, necesitamos la obra perfecta
de la paciencia. Por lo cual, hoy me gustaría, que viéramos más de cerca a la
paciencia y su importancia.
1. Paciencia:
¿Porqué la necesitamos?
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Hebreos
12:1-2
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
Hay una carrera que deberíamos de correr, y correrla CON
PACIENCIA, puestos los ojos en Jesús, quien también sufrió
pacientemente la cruz por el gozo que había después de ella.
En verdad, piensa en la paciencia de Cristo. Nunca le
hizo daño a nadie. De lo contrario,
Sanó al enfermo,
Resucitó al muerto,
Hizo la voluntad de Dios en toda su grandeza.
Sin nada más, con los milagros que hizo nulificó todas las
excusas de sus perseguidores.
Aun así, fue perseguido y torturado más que nadie más, hasta
el punto de ser crucificado.
¿A caso tenía Cristo razones para estar enojado y querer
abandonar la misión porque la gente que él sirvió se comportó con Él tan
terriblemente? Bueno, incluso si las hubiera tenido, no lo hizo. Sino que
PERMANECIÓ.
Permaneces cuando consideras que el objetivo que quieres
lograr vale mucho más que el dolor por el que te hace pasar. Eso es lo que
Jesús hizo. Soportó el dolor y la humillación, poniendo sus ojos en lo
que seguiría, en nuestra salvación, lo que ese dolor pondría a nuestra
disposición. Él es nuestro brillante ejemplo de paciencia y es en Él en él que
debemos poner nuestros ojos, corriendo nuestra carrera con su paciencia como
ejemplo.
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1 de
Corintios 9:24-25
“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.”
“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.”
La recompensa de nuestra carrera no es una corona
corruptible en un cuerpo corruptible dada por una mano corruptible. Sino que,
es una corona INCORRIPTIBLE en un cuerpo espiritual INCORRUPTIBLE, dada por una
MANO INCORRUPTIBLE: la mano de JESUCRISTO.
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Hebreos
12:3
“Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.”
“Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.”
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Y Hebreos
10:35-36 “No perdáis, pues, vuestra
confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia,
para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún
un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por
fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma.”
Nuestra paciencia y confianza tienen una gran recompensa.
Jesucristo regresará con coronas, con recompensas para aquellos de nosotros que
hemos permanecido y no retrocedimos. Algunas veces somos así como descarados, Creemos que nuestro hogar permanente es aquí y
que aquí vamos a estar para siempre. Sin embargo, nuestra verdadera ciudadanía
está en el cielo
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(Filipenses
3:20). Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también
esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
Somos llamados por Dios para conocerle a Él y a Su Hijo, el
Señor Jesucristo, por la excelencia del conocimiento y lo demás lo tengo por
basura
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(Filipenses
3:8). Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia
del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido
todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,
Él es el autor y consumador de nuestra salvación
·
(Hebreos
12:2). puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual
por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y
se sentó a la diestra del trono de Dios.
Nuestro hogar está en los cielos, nuestro hogar real y
permanente
2 de Corintios 5:1. Porque
sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere,
tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna,
en los cielos.
Esa es la realidad, tan real como el premio que ahora no
vemos, exactamente como el atleta que no ve su propio premio sino que permanece
y se prepara para adquirirlo.
2. Paciencia
pasiva y paciencia luchadora
Puesto que hablamos de paciencia, me gustaría poner en claro
de qué tipo de paciencia estamos hablando. Lo digo porque hay dos tipos: la
pasiva y la luchadora. La pasiva solo consume el tiempo, esperando pasivamente
el final. Como por ejemplo la paciencia de los prisioneros, los cautivos y en
general aquellos que han sido capturados en una situación que aceptan
pasivamente.
Lo contrario a la paciencia pasiva es la paciencia
luchadora, la que posee aquel cuyo objetivo es la victoria, prevalece en todas
las penurias y heridas que una batalla implica. Puede que salga herido, pero
prevalece en todo por su misión. Yo creo que es de esta paciencia de la que
Dios habla en Su Palabra. Dios no nos pide que tengamos paciencia
desesperanzada, sin propósito.
Como leemos en
Hebreos 12:1-2: “y corramos con paciencia la carrera que tenemos por
delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”. Somos
pacientes, CORRIENDO (acción), una carrera y PONIENDO los ojos (acción) en
alguien: EL SEÑOR JESUCRISTO; EL AUTOR Y CONSUMADOR DE NUESTRA FE.
Dios no nos hizo prisioneros de guerra, ni soldados que
marchan de vez en cuando y luego vuelven a sus campos. Sino que nos hizo
marines espirituales en toda guerra (Efesios
6:12). “contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de
las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes.”
No desfilamos en un terreno amistoso, sino que peleamos en
una guerra real en el territorio del enemigo. No andamos por ahí solo
presumiendo nuestras armas solo para decir que las tenemos, sino que hay que
USARLAS en todo su poder.
Por supuesto, de cualquier manera, puede que suframos
penurias y heridas. Pero, ¿y qué? ¿A caso les tendremos miedo? ¿A caso
permitiremos que el enemigo nos mantenga en prisión bajo la amenaza de sus
consecuencias. En lo que a Dios le concierne:
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2 de
Timoteo 2:3
“Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.”
“Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.”
El buen soldado sufre penalidades. Por causa de su misión,
presto y listo a sacrificarlo todo. Por supuesto que tiene la mente de su
Comandante:
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Filipenses
2:5-11
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en
Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios
como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de
siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se
humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por
lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre
todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que
están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua
confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.”
El buen soldado tiene la mente de su comandante. Es
obediente, hasta el punto de llegar a morir si fuera necesario. Se puso a sí
mismo a disposición de su Señor y aunque puede que enfrente dificultades, las
soporta, poniendo sus ojos en Él.
Soldado mediocre
Por otro lado, está el soldado que tiene miedo a los
sufrimientos. En sus perspectivas se vuelve trémulo y prefiere hundirse en la
prisión.
El carcelero que ruge como león
1 de Pedro 5:8 Sed sobrios, y velad; porque vuestro
adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien
devorar;
Lo aterroriza. Lo ha engañado para hacerle creer que tiene
poder sobre él, y de ese modo esconder la verdad que
1 de Juan 4:4. “Mayor
es el que está en ti que el que está en el mundo”
Puede ser que este soldado también entienda la verdad. Puede
que rompa sus cadenas, las fortalezas y los pensamientos de la mente
2 de Corintios 10:4 porque las armas de nuestra milicia no son
carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas
Que lo mantienen cautivo en la falsa seguridad de la prisión
y salir a la batalla, como buen soldado, sin temor y pacientemente. Aunque ya
no con paciencia pasiva, sino con paciencia LUCHADORA.
3. Otros ejemplos de paciencia
*La mujer embarazada juan
16:21 La mujer cuando da a luz,
tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño,
ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el
mundo.
*El labrador
*La paciencia de Job Santiago
5:11
*La paciencia de Noe 1pedro
3:20
3.1 El ejemplo del labrador y la semilla
Aparte del ejemplo de Jesús, vienen más ejemplos de
paciencia en Santiago 5. Ahí, empezando en el verso 7 leemos:
Santiago 5:7-8
“Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.”
“Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.”
¿A caso el labrador ve el fruto por el cual trabaja? NO. Sin
embargo, lo espera. Soporta toda la dura labor y costoso trabajo, para que así
su granja pueda producir tanto fruto como sea posible. Diríamos que el fruto de
su granja corresponde perfectamente con su paciencia. Imagínate a un granjero
descuidado que no hace lo necesario para su granja. Ahora compáralo con uno que
a pesar del calor del verano y el frío del invierno, cuida de su granja
haciendo todas esas duras labores que el primero hace a un lado. ¿Porqué lo
hace? Porque su objetivo es algo que no ve de inmediato, pero para lo cual
permanece: el fruto. Esa granja es la que va a producir mucho fruto, y ese es
el ejemplo que se nos da, el del buen y paciente granjero. Como el Señor dijo
en la parábola del sembrador:
Lucas 8:11-15
“Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven. Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan. La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto. Más la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.”
“Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven. Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan. La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto. Más la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.”
La Palabra de Dios ha sido sembrada en nuestros corazones.
Como el granjero no ve el fruto de su granja sino que persevera por el, para
que, como buenos granjeros, mantengamos la semilla de la Palabra en nuestro
corazón CON PACIENCIA. En la parábola, la semilla siempre era la misma. Sin
embargo, solo un granjero fue PACIENTE. Mantuvo la semilla en su granja
(corazón) y por consiguiente llevó mucho fruto, incluso al ciento por uno
(Mateo 13:39). Y lo más importante, llevó fruto que permanece para siempre, en
el cielo.
a. El caso de Job
Otro ejemplo que se da en Santiago 5 es el ejemplo de Job.
Así que en el verso 11 leemos:
Santiago 5:11
“He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.”
“He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.”
La historia completa de Job se puede leer en el libro
correspondiente. El diablo lo probó severamente. De hecho, todo lo que el
hombre considera como bendiciones le fue quitado. Sus hijos fueron asesinados.
Su propiedad se perdió. Él mismo estaba muy enfermo y su propia esposa lo trató
con desdén diciéndole que maldijera a Dios y se muriera. Y como si eso no fuera
suficiente, tenía tres amigos que aunque venían a consolarlo, trataron de
convencerlo de que era su culpa todo lo que le había pasado. La Biblia nos dice
que Job, aún así, fue paciente. Como se puede ver al final de su libro, a pesar
de toda la adversidad, Job pasó la prueba de su fe exitosamente.
Siguiendo este ejemplo, nuestra fe no debería de depender de
las cosas que tenemos o en la satisfacción de las cosas que no tenemos. Una fe
así, es condicional. De lo contrario, deberíamos hacer al Señor responsable de
cada parte de nuestras vidas. Para Él, ¡estamos “COMPLETOS EN ÉL” AHORA (Colosenses 2:10)! ¿Cuál es tu
problema? ¿Tu salud, tu soledad, tal o cual cosa? Para Dios estas “COMPLETO EN
ÉL (Cristo)” AHORA. Antes de que te de cualquier otra bendición, Él te ha
declarado COMPLETO, porque has creído en Su Hijo.
Para muchas iglesias, las bendiciones que uno tiene es
cuestión de la fe de uno mismo. Así que cuando algo se pierde, como la salud o
la propiedad, nos parece complicado ayudarle. Nos volvemos como los amigos de
Job que en lugar de consolarlo lo condenaron. Por supuesto que es legal el ser
bendecido en todas las cosas. Pero nuestra plenitud no depende de cuántas
bendiciones materiales tengamos. (Salmo
84:11) “No quitará el bien a los que andan en integridad” dice la Palabra,
y Él (2 de Pedro 1:3). “las cosas
que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder” Al
final, restauró lo que Job había perdido (Job
42:10). Imagina su alegría cuando se curó, cuando recuperó su propiedad al
doble, sus hijos etc. Imagina la alegría de Cristo cuando nos vio confesándole
como Señor. Cristo sufrió la cruz, Job lo perdió todo, pero ninguno perdió
su paciencia, la cual por consiguiente dio buen fruto.
b. El ejemplo de
los profetas
Otro ejemplo en la epístola de Santiago es el ejemplo de los
profetas. Así que en el verso 10 leemos:
Santiago 5:10
“Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor.”
“Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor.”
Algunas veces creemos que los profetas y en general la gente
de Dios de la que leemos en la Biblia son superhombres. Que ellos pudieron
hacer tanto, pero nosotros……… Sin embargo, la verdad es diferente. ¿Quién de
los profetas del Antiguo Testamento era hijo de Dios, así como tú lo eres? (Gálatas 4:1-7). ¿Quién de ellos fue
nacido de nuevo de Su semilla incorruptible (1 de Pedro 1:23)? ¿A caso Pablo o Pedro o cualquier otro hombre
del Nuevo Testamento tiene más de lo que tú tienes? El espíritu santo que Dios
les dio, también te lo dio a ti. La promesa de aún cosas más grandes que las
que Cristo hizo no fue solo hecha a algunos superhombres de la época, sino A
TODO AQUEL QUE CREE EN JESUCRISTO:
Juan 14:12
“De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.”
“De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.”
Volviendo a nuestro tema, los profetas son un ejemplo muy
vivo de paciencia y sufrimiento. Piensa en Jeremías. Isaías, Elías y en los
otros, que en lugar de relajarse, escogieron sufrir, pelear, soportar. En vez
de gobernarse a sí mismos, se hicieron un vaso en la mano de su Señor. Pero
también en el Nuevo Testamento, piensa en Pablo por ejemplo. Como dice de sí
mismo:
2 de Timoteo 3:10
“Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, persecuciones, padecimientos, como los que me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra; persecuciones que he sufrido, y de todas me ha librado el Señor.”
“Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, persecuciones, padecimientos, como los que me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra; persecuciones que he sufrido, y de todas me ha librado el Señor.”
También 2 de
Corintios 6:4
“antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia”
“antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia”
Hay una batalla espiritual que implica sufrimiento y
necesitamos paciencia para pelearla. En cuanto a Pablo concierne, dijo hacia el
final de su ministerio:
2 de Timoteo 4:7-8
“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.”
“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.”
Cristo también dijo, hablándole a Dios:
Juan 17:4
“Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese”
“Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese”
Cristo, Pablo, los profetas no eran masoquistas a los que les
gustaba sufrir. Eran GUERREROS, MARINES ESPIRITUALES, que estaban listos para
sufrir y a hacer lo que fuera necesario para el cumplimiento de su misión, para
la obra del Ministerio. Aquel entonces eran Pablo y los otros, hoy somos
nosotros, los que peleamos la misma batalla BAJO EL MISMO JEFE: EL SEÑOR
JESUCRISTO. Caminemos como ellos. Peleemos la buena batalla y terminemos la
carrera. No es una carrera fácil, pero ciertamente es la mejor carrera que
podemos correr y con el mejor final: El Señor Jesucristo esperando para honrar
nuestra paciencia con la corona de justicia, exactamente como hará con muchos
más, que a través de los siglos escogieron pelear la misma batalla, negándose a
sí mismos y poniéndose bajo el mandato de su SEÑOR.
c. Paciencia:
¿Cómo se produce?
Habiendo visto qué tan importante es la paciencia,
concluiremos echándole un vistazo a cómo se produce.
En Romanos 5:3-5
leemos:
“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las
tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la
paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no
avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo que nos fue dado.”
Y Santiago 1:2-4
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.”
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.”
¿Quién esperaría que lo que tanto necesitamos para hacer la
voluntad de Dios, para dar fruto y correr la carrera, o sea, paciencia, es el
resultado de tribulaciones y pruebas? Es por esa razón que probablemente ambos
pasajes anteriores nos dicen ¡que nos gloriemos en las tribulaciones y que nos
alegremos en las tentaciones! Porque si permanecemos fieles, eso producirá
paciencia, lo que por consiguiente ¡producirá prueba, esperanza, buena obra! Si
por lo cual sufrimos “de acuerdo a la voluntad de Dios, sometamos nuestras
almas a Él” – (Romanos 15:5) “el
Dios de la paciencia y el consuelo”– (1
de Pedro 4:19). “como a un fiel creador” Sometámonos a Él y permitámosle
que haga con nosotros LO QUE QUIERA. “Ninguno que milita se enreda en los
negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (2 de Timoteo 2:4) dice la Palabra de
Dios, y somos soldados de Jesucristo. Pongamos todos nuestros afanes, todos
“los negocios de la vida”, en Dios. “Hagamos a un lado toda carga, y el pecado
que tan fácilmente nos atrapa y corramos con paciencia la carrera
que esta puesta frente a nosotros, poniendo los ojos en Jesús, el autor y
consumador de la fe”.